_Istalación
4000m de hilo_
Estas palabras quieren servir de aproximación al presente pictórico de Mónica Jover construido a lo largo de tres años de investigación pictórica, a la lectura de las últimas páginas de su relato pictórico que siempre mantiene en evolución constante. Quieren prepararos para que establezcáis, con una contemplación serena y meditada, un diálogo emocional absolutamente personal, íntimo y exclusivo con su estética que, estoy convencido, os resultará satisfactorio y sugerente tanto visual como conceptualmente. Si así lo hacéis, se generará un vínculo con las obras que os enriquecerá vivencialmente y expandirá la capacidad comunicativa que la propuesta pictórica contiene.
Su estética tiene la sorprendente capacidad de vincular y expresar pictóricamente, en armonía serena y tranquila, fuerzas y conceptos aparentemente opuestos. La solidez y la transparencia, la plenitud y la vacuidad, la concreción y la infinitud, la presencia y la ausencia, la materialidad y la espiritualidad conviven en su poética, donde la oposición se convierte en armónica para generar un equilibrio cautivador y mágico. En ella la abstracción cromática congenia con la figuración sintética, la línea recta convive con la quebrada y la continua con la segmentada, el contorno preciso y definido dialoga con el difuso, la geometría angulosa y racional confraterniza con la mancha, el chorreado y la gestualidad impulsiva y libre, la superficie lisa coexiste con la texturizada, la planitud pictórica cohabita con la tridimensionalidad y la veladura sutil liga con el empaste denso. Este es el universo plástico de armonía de opuestos donde habita Mónica, un universo que se convierte en espacio natural acogedor y paisaje íntimo donde la diversidad plástica de la cambiante apariencia natural captada por nuestros sentidos actúa de fuente de inspiración estética.
Mónica no sólo representa aquello que sí percibimos con nuestros sentidos, la materialidad natural simbolizada por las piedras o la variabilidad cromática sutil o contrastada, sino que entiende la naturaleza como un refugio espiritual y recorre el paisaje, una y otra vez, buscando la dimensión espiritual oculta tras las cambiantes formas materiales. Mónica busca las energías de la espiritualidad natural, aquello que no vemos, pero sí podemos sentir y las vincula a la tonalidad azul que, al mismo tiempo, es paisaje material – cielo infinito, crepúsculo, mar sereno, rio, cascada, sombra o niebla- y espiritualidad profunda y calmada. Mónica armoniza, une y cose con el hilo la diversidad plástica de la naturaleza con la espiritualidad que en ella se oculta.
El hilo adquiere un marcado protagonismo en su camino creativo. Es el vínculo que mantiene la convivencia armónica de las fuerzas plásticas opuestas, pero también el punto de encuentro entre lo visible y lo invisible, entre lo material y lo espiritual. Un hilo que se configura como recurso plástico al convertirse en transmutación tridimensional de la línea pictórica o que, al conformar tramas lineales superpuestas sobre el color del fondo, genera una sugerente metamorfosis de la veladura pictórica. Un hilo que es relámpago de tormenta o energía que estalla y se libera, pero también camino, trayecto recorrido por el paisaje pintado y espiritualmente vivido. Un hilo que desmaterializa la forma pictórica para liberar la espiritualidad que contiene, que transmuta la materialidad concreta en espiritualidad que se expande por la atmosfera pictórica e, incluso, fuera de ella. Con los hilos, Mónica rompe la barrera del bastidor y proyecta, hacia el espacio circundante, el universo espiritual generado en el espacio pictórico para que envuelva e interactúe con el espectador. El hilo actúa nuevamente de nexo, pero ahora cose la obra al espacio que la envuelve y al espectador que la contempla. Actúa, pues, de puerta de entrada al universo pintado, nos invita a atravesar la barrera y nos marca el camino para sumergirnos en la espiritualidad pintada y fusionarnos emocionalmente con la obra.
Mónica libera la espiritualidad contenida en la diversidad natural pintada deconstruyendo tanto el lienzo como el paisaje en él contenido. Una vez desmaterializada con el hilo la forma pictórica, desmaterializa también el lienzo. Primero perforándolo con las puntadas, después generando perforaciones seriadas sin hilo y, finalmente, practicando una deconstrucción que lo recorta figurativamente o lo fragmenta geométricamente para superponerlo a modo de collage donde los recortes de lienzo rompen la barrera pictórica, los límites de la obra y la proyectan hacia el espacio donde se ubica el espectador. Una deconstrucción que también aplica a la forma natural, convirtiéndola en una encajada de geometría hilada, o al paisaje pintado fragmentándolo geométricamente pera reconstruirlo nuevamente y reinventar, así, el espacio natural pintado en un espacio espiritual de marcada abstracción.
Y ahora, como os decía, dejad que las obras os hablen, permitid que los hilos os aten emocionalmente, dialogad serenamente estirando del hilo y tejed con ellas un vínculo que os nutra el espíritu. ¡Ah! ¡Hilad fino porque la obra lo merece!
Joel García i Pérez
Historiador del Arte